jueves, 17 de enero de 2008
De la res perdĭta
La gente pierde cosas todos los días. Cosas físicas o etéreas, materiales o percibidas, reemplazables o únicas. Se pueden perder cosas propias o ajenas, cosas que se pueden comprar con dinero y otras que no tienen precio. Podría seguir así hasta el infinito.
Pero, ¿qué es lo que tienen en común?
La sensación de ausencia, el cambio de los que antes estaba a lo que ya no está, la diferencia entre dos estados similares, que una balanza pesaría como iguales pero que no contienen lo mismo. En este caso, la equivalencia es un mito.
Una de las pérdidas más chocantes es la de la vida. La propia, que sería el principio del fin de la existencia de uno mismo. Y la ajena, la de alguien cercano, al que se le escapa el último aliento.
En este caso, la carencia es aún más dolorosa para los que se quedan. Porque para el que se va comienza una nueva etapa, la vida de la fama o vida histórica. Es aquella que continúa siempre que haya alguien que te recuerde.
Al fin y al cabo es la triangulación de la existencia: lo físico, lo espiritual y su entorno.
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3 comentarios:
A todo eso que has dicho añado otra perdida más, la que sientes cuando haces un comparación de vida unos 10 años atras y te das cuenta de esas cosas que vivias, sentias, pensabas y que ya no es asi, no piensas igual, no vives las cosas de la misma forma y ya no sientes lo mismo. Eso te hace tener la sensación de que algo del pasado lo has perdido para siempre.
El pasado es algo que tienes la sensación que está al alcance de tu mano, pero que cuando lo intentas alcanzar, se desvanece :(
en la vida hay muchos pequeños cambios insignificantes de los que sólo nos percatamos cuando uno echa la vista atrás.
joeer tía! hablas como un filósofo de verdad!! jejeje. Me pasaré a menudo x tu blog, ahora q tengo mi listado de links en mi flog, ju ju ju! un besote
Cuervo Blanco
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